¿Por qué las vacunas anticovid pueden generar respuestas sólidas a largo plazo?

Los vectores de las vacunas de adenovirus, como el constructo ChAdOx1 nCov-19, que ha cobrado importancia como vacuna principal contra la COVID-19, pueden generar respuestas sólidas del sistema inmunitario a largo plazo, según publican científicos de las Universidades de Oxford, en Reino Unido, y del Hospital Cantonal de St. Gallen, en Suiza, en la revista Nature Immunology.

Los autores detallan una investigación sobre una de las características clave de las vacunas de adenovirus: su capacidad para generar poblaciones fuertes y sostenidas del elemento de células T “asesinas” del sistema inmunitario.

En un modelo animal, observaron que los adenovirus son capaces de introducirse en las células tisulares de larga vida, conocidas como células reticulares fibroblásticas, que a su vez formaron pequeños grupos bien organizados, actuando como “campos de entrenamiento” para estas células T, lo que parece explicar cómo estas vacunas mantienen respuestas robustas del sistema inmunitario.

Paul Klenerman, catedrático de gastroenterología Sidney Truelove del Departamento de Medicina Nuffield de la Universidad de Oxford, y uno de los autores principales del trabajo, señala que “millones de personas han recibido ya vacunas contra el adenovirus en todo el mundo, no sólo la de Oxford-AstraZeneca, sino también la de Janssen y las versiones china y rusa. El objetivo final es la inducción de una protección a largo plazo del sistema inmunitario mediante anticuerpos y células T. Esta investigación nos ayuda a comprender mejor el proceso de vacunación y por qué los efectos sobre las células T asesinas son tan prolongados”, detalla.

Los investigadores demuestran que los vectores de adenovirus pueden dirigirse a células específicas -conocidas como células estromales en tejidos como el pulmón- generando “depósitos” de antígenos en estas células de larga vida.

Al principio se pensaba que estas células estromales sólo proporcionaban un andamiaje inerte a los tejidos, pero parece que son células muy dinámicas con un papel importante en el control inmunitario. El carácter longevo de las células significa que el antígeno puede “mostrarse” al sistema inmunitario muchas veces, potenciando de forma efectiva la respuesta, un elemento crítico de la generación de células T protectoras.

También pudieron investigar otros mecanismos que pueden explicar la eficacia particular de los vectores de adenovirus, incluido el mensajero químico clave que participa en la señalización de las células T. Se trata de un factor denominado IL-33, una “alarma” que se libera cuando las células del estroma reciben señales de peligro. El IL-33 actúa impulsando fuertemente el metabolismo de las células T, lo que se traduce en células efectivamente más energéticas y en una respuesta inmunitaria altamente protectora.

Burkhard Ludewig, catedrático de la Universidad de Zúrich y director del Centro de Investigación Médica del Hospital Cantonal de San Gall (Suiza), también autor principal del trabajo, señala que “los adenovirus han coevolucionado con los humanos durante mucho tiempo y han aprendido mucho sobre el sistema inmunitario humano. Los virus son siempre los mejores maestros y en este caso nos han enseñado una importante lección sobre la mejor manera de potenciar las respuestas de las células T asesinas”.

“Las células T que salen de estos campos de entrenamiento celular parecen tener un nivel muy alto de fitness -prosigue-. Esperemos que podamos hacer un buen uso de esto en el diseño de nuevas vacunas, vacunas que todavía necesitamos desesperadamente para enfermedades como la tuberculosis, el VIH, la hepatitis C y los cánceres”.

Los investigadores continuarán ahora investigando estas vías particulares de inmunización contra patógenos emergentes, tanto en modelos preclínicos como en estudios clínicos, con el objetivo de ayudar a acelerar el desarrollo de vacunas cruciales.